La realidad virtual (RV) y la realidad aumentada (RA) forman parte de las denominadas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) y pueden definirse como un conjunto de entornos tridimensionales con los que una persona interactúa en tiempo real produciéndose, de esa forma, una sensación de inmersión (sentido de presencia) semejante a la que ocurre en una situación real. Sentido de presencia e interacción con el entorno son, de hecho, los componentes característicos de este tipo de tecnología.
En psicoterapia los entornos virtuales nos permiten no sólo la reproducción de configuraciones estimulares relevantes para la intervención en salud mental, sino además la posibilidad de manipular determinadas variables con la finalidad de controlar y adaptar la intervención a las características de cada consultante. Por ello esta tecnología nos permite, en ocasiones, trabajar de una forma en la que no podríamos hacerlo en la situación real: nos proporciona la opción de evaluar e intervenir con el consultante “dentro” de una situación específica (estando en el metro, por ejemplo) sin necesidad de salir de consulta; nos permite repetir determinadas condiciones (un despegue, por ejemplo) las veces necesarias para trabajar un objetivo terapéutico (habituación, inhibición recíproca de una respuesta ansiógena, relajación, etc.) y nos ayuda a planificar de forma personalizada, manipulando variables de configuración y el momento en que se lanzan determinados eventos, las etapas de la intervención. Se trata de una herramienta que facilita la aplicación de protocolos de evaluación e intervención psicológica.